Una entrevista con Román Chalbaud, publicada en El Nacional el 19 de junio de 1981
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Román Chalbaud: Yo me siento orgulloso del trabajo que hacemos en RCTV.
Una entrevista de José Pulido
LO MÁS ANGUSTIOSO ES CUANDO UN PERSONAJE NO HA COBRADO VIDA
Cerca de la casilla de los chocolates y de los
chicles, la cabeza de bronce de Alberto de Paz y Mateos con sus bigotes
recortados como Arturo de Córdoba, parece observar detenidamente a Román Chalbaud, quién da la sensación de estar suspendido en el tiempo, sereno y sin
sistema nervioso, como una figura indonesia hecha de cerámica.
Después de la intensa tarea de crear a seres y
de insuflarles vida con una inyección de su propia espiritualidad y hasta
donándoles parte de sus células, Chalbaud se queda quieto, esperando el
instante en que vuelva otra vez esa compulsión que le obliga a correr, andar,
trasnocharse, desvelarse, olvidarse comer ¡y después dicen que los hombres no
paren!
Ya está lista su última pieza de teatro, a la
cual ha llamado “El viejo grupo” y que es una visión penetrante sobre la
actividad teatral, el proceso de la creatividad, la problemática de los seres
humanos que por algún impulso genético sienten la necesidad de renunciar todos
los días a su propia existencia, y postergar sus satisfacciones comunes, por
esa lámpara atrapa mariposas que llaman arte.
–¿Por qué una obra así? –Román escucha la
pregunta como si fuera hecha por la cabeza de bronce.
–Nunca había escrito una obra sobre gente de
teatro –explica– el cual es un medio que conozco bastante... de pronto es como
una pieza que uno se debe a sí mismo. Se trata de una comedia donde he resumido
la lucha del teatro. Algo que puede pasar en cualquier parte del mundo. Es una
comedia de mucha risa, pero con un drama en el fondo.
Mientras transcurre la entrevista, llegan Eva
Blanco y América Alonso. Adentro están preparados para un ensayo general
Domingo del Castillo y Jorge Díaz. Eva Blanco cojea un poco y dice que carga un
tubo de anestésico, por si le duele demasiado la rodilla cuando esté en el
escenario: sufrió fractura de un menisco y en su rostro se filtra un dolor que
no figura en el papel.
América Alonso dice “voy a subir” y se interna
por las escaleras, como si el reloj marcara las nueve de la noche y ella
estuviese viviendo dos horas por delante. De repente da la impresión de que
quiere regresar a la casilla de los chocolates y los chicles, donde destacan
unas bolsitas de pistacho, pero perdería varios segundos en su carrera hacia el
encuentro con un personaje que dispondrá de su alma y su cuerpo durante más de
dos horas. Un personaje que saltó de la mente de Chalbaud y ahora atormenta a
América.
NO ME DEJO ACAPARAR
–¿Cómo hace Chalbaud para trabajar en teatro,
cine y televisión a la vez?
Román Chalbaud se explaya en un banco y responde
con brevedad:
-El problema es que no puedo dejar de trabajar;
para mí es como una necesidad porque estoy en el teatro desde pequeño, me crie
en esos medios.
Se calla como si hubiese terminado ya la respuesta,
pero inmediatamente añade:
-No me dejo acaparar por ninguna de esas
actividades. Hago televisión con ciertas reglas de mi parte, que me hacen darle
un tiempo justo, pero no total. He equilibrado las tres cosas, aunque la
televisión es un medio que exige bastante tiempo.
Chalbaud saldrá, al día siguiente de su estreno
de “El viejo grupo”, para Polonia, donde se entrevistará con el director
Andrezj Wajda, quien hace poco fue premiado en Cannes. El dramaturgo y cineasta
venezolano concretará en Polonia lo relacionado con la asistencia polaca al V
Festival Internacional de Teatro que se realizará en Caracas. Wajda, quien se
halla enfermo -aunque no de consideración- acompañará a Román Chalbaud en la
grabación de un programa en los exteriores de Cracovia, con el grupo teatral
“Stary Teatr”.
UN FONDO CINEMATOGRAFICO
–¿Qué pasa con el cine venezolano?
-El problema –dice– es que no ha habido una
solución definitiva para que nuestro cine sea una industria, que es lo que debe
ser. Se hace demasiado difícil hacer una película, porque depende de
productores independientes, del Estado, de los distribuidores y cuesta mucho
dinero. Creo que la solución para el cine venezolano será la creación del Fondo
Cinematográfico... de allí en adelante se podrá hacer cine sin pensar tanto en
la taquilla.
Hablando como para sus adentros comenta que el
público venezolano ha mejorado, madurado y se ha ampliado “para el cine y el
teatro”.
–Después de todo esto, de esta etapa ¿qué hará
Román Chalbaud? ¿Cuál es el paso siguiente?
Chalbaud se traga la pregunta. La pregunta se
hunde en su interior como una pastilla que no cura nada. Debería ser
condescendiente y decir “bueno chico, vamos a responderte esa pendejada”,
porque en realidad esa noche tenía ganas de responder algo así.
–Trato de mejorar lo hecho anteriormente; eso es
un gran compromiso, porque muchas cosas que he realizado han tenido éxito y eso
me enfrenta a un trabajo superior, a una creatividad más difícil... no me puedo
dormir en los laureles, como se dice.
Haciendo un inventario de lo que ha hecho hasta
ahora, confiesa que una de sus obras de teatro que quiere más, por poética, es
“Los ángeles terribles” y en cuanto al cine que ha logrado, piensa que “El pez
que fuma” es lo mejor “desde todo punto de vista”.
–La he vendido a Estados Unidos, Centroamérica,
Colombia a la United Artists y recientemente a México... ganó el premio del
Festival de Cartagena compitiendo, entre otras, con una película basada en una
obra de Donoso, y pronto participará en el Festival de Cine de Pesaro, Italia.
–La etapa más dura ¿se enfrenta al escribir la
obra?
–Esa pregunta ¿Es para el cine o el teatro?
–Para las dos cosas.
Chalbaud dice: “bien” y se toca la cara antes de
opinar.
-Escribir es fácil, sentarse a escribir no es
problema, sino madurar la idea. Cuando los personajes son realidad, viven,
hablan por sí solos, me siento y escribo. Antes de eso todo me resulta
angustioso.
–¿Es angustiosa la televisión?
–La televisión es una empresa comercial, un
medio para vender cosas y tampoco se le puede exigir más cuando el Estado solo
trata de limitar lo que hace la televisión comercial... yo me siento orgulloso
del trabajo que hacemos en el canal 2... allí se han hecho programas que han
marcado pauta... no es la televisión definitiva, pero se ha demostrado en
algunos momentos que lo del rating no es cuestión de chabacanería. Por supuesto
que la mentalidad de uno es diferente a la de los empresarios de la televisión.
Un joven de barba llega con un sombrero negro de
larga pluma amarilla, hasta donde está Chalbaud, para preguntarle “¿Cómo te
parece este sombrero?” y Román responde, con ganas de que la entrevista termine
aquí:
-Magnífico... ¿por qué no vamos a ver los
ensayos?
El teatro está vacío, pero Eva Blanco y Domingo
del Castillo desarrollan la primera parte de la obra como si no cupiera un
alma. “El viejo grupo” es de pronto una realidad en donde no se nota la
actuación: parece cierto todo lo que sucede en las tablas. A veces da la
impresión de que sobran las palabras, pero esa es la condición que impone la
realidad.
Eva Blanco asume su papel con un profesionalismo
envidiable, aunque a ratos, tanto ella como del Castillo, acusan la resaca que
deja la actuación en televisión.
Ellos y Jorge Díaz hacen reír y sentir el drama
del teatro, con una calidad histriónica
observada por la guía talentosa y a la vez acosadora de Román Chalbaud.
Pero, sin lugar a dudas, América Alonso es el
código anímico de ese dramaturgo en esta obra. Ella logra una de las
interpretaciones más formidables de su carrera; es fulgurante, es un vehículo
que expresa la esencia hermosa y eterna del buen teatro. Se merece todos los
pistachos del mundo.
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José Pulido. Fotografía de Gabriela Pulido Simne |
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